Según la Biblia, la tierra prometida o tierra de Canaán, es la tierra que Dios prometió a Abraham y a sus descendientes Isaac y Jacob. También llamada Israel, es una tierra próspera y bendecida, pero condicionada a la obediencia de los israelitas. Dios hizo un Pacto con Abraham: le prometió tierra y descendencia, a cambio de que su generación lo siguiera y estuviera siempre con él. Abraham le creyó a Dios, pero cometió errores que posteriormente traerían consecuencias graves.
Dios ordenó a Abraham salir de la tierra de su parentela para bendecirlo en otra tierra, pero se llevó consigo a su sobrino Lot. Abraham y su pueblo fueron bendecidos, pero Lot le tuvo envidia y acabó lejos de su tío en otra tierra que él mismo eligió y que más tarde iba a significar la tierra de la desgracia y el pecado (Sodoma y Gomorra). Dichas ciudades fueron destruidas por Dios debido a la perversidad y gravedad de sus pecados. Cuando Abraham envejeció, Dios le prometió un heredero (Isaac), pero su impaciencia hizo que Sara (su esposa) le recomendara acostarse con Agar, una esclava egipcia que concibió a Ismael. Como Dios predijo, Ismael y Agar fueron desterrados hacia Egipto y fueron bendecidos. Pero también Dios cumplió con Sara, engendrándole a Isaac, el heredero de Abraham.
Nos damos cuenta que cuando Abraham no cumplió al pie de la letra con las instrucciones que Dios le dio, las consecuencias fueron nefastas. Por llevarse a Lot a la tierra prometida, vino el pecado de Sodoma y Gomorra. Y por la impaciencia de Sara nació Ismael (de madre esclava), padre de los ismaelitas y de los egipcios, de los cuales el pueblo de Abraham iba a ser esclavo por 400 años.
Después Dios probó la fe de Abraham, pidiéndole a su hijo Isaac como ofrenda. Con su obediencia, Dios confirmó su fe y por eso se le conoce como “el padre de la fe”. Por fe, debemos considerarnos hijos de Abraham, ya que él fue el padre de todas las naciones de la tierra. Todos los que le creemos a Dios descendemos de Abraham y somos bendecidos gracias al Pacto que Dios hizo con él.
De Isaac nacieron Esaú y Jacob. Curiosamente, Esaú agarró del pie a Jacob antes de nacer. Por eso Jacob significa “mano en el talón” ó “suplantador”. Dios bendice al hijo primogénito (Esaú), pero éste no supo valorar su primogenitura y se la vendió a su hermano Jacob por un plato de lentejas. Cuando Isaac fue a bendecir a su hijo mayor, lo confundió con el hermano y se la dió a Jacob. Para evitar conflictos con Esaú, Isaac mandó a Jacob a casa de Labán, su tío. Por el camino, durmió sobre una piedra y soñó con una escalera que llegaba al cielo, donde estaba Dios y le decía que le iba a dar la tierra donde estaba acostado y que multiplicaría su descendencia. Aquel lugar lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”. Jacob estuvo 20 años en casa de su tío Labán, tuvo dos mujeres y fue bendecido con ganado y muchos hijos. Pero Jacob tuvo conflictos con su tío y Dios le ordenó que regresara a Canaán con su padre Isaac. Llevándose a sus mujeres, siervas, once hijos y ganado, una noche se le apareció un ángel que luchó contra él. Jacob le pidió al ángel que lo bendijera y así lo hizo. El ángel le hirió el muslo a Jacob, pero Jacob obtuvo la bendición porque conocía la promesa de Dios y sus derechos como hijo de Dios. Era el ángel de Jehová quien luchó contra Jacob. Este le cambió el nombre a Jacob y le puso Israel, que significa “el que lucha con Dios”. De Jacob nacerían las 12 tribus del futuro pueblo de Israel.
Dios habla a Abraham:
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra...Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido”. Génesis 12:1-3,7
Dios pacta con Abraham:
"Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos”. Génesis 17:1-8
Isaac: el heredero prometido a Abraham:
"Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham”. Génesis 17:15-22
Destrucción de Sodoma y Gomorra:
"Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno”. Génesis 19:24-28
Dios prueba la fe de Abraham:
"Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré." "Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Génesis 22:1-2,10-12
Bendición de Isaac a Jacob:
"Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren". Génesis 27:26-29
La promesa de Dios a Jacob:
"Jacob se fue de Berseba hacia Jarán. Llegó a cierto lugar y allí pasó la noche porque ya había oscurecido. Tomó una piedra de ese lugar y la puso bajo su cabeza para acostarse a dormir. En sueños vio una escalera que tenía un extremo en la tierra y el otro en el cielo, y había ángeles de Dios subiendo y bajando por ella. Vio que el Señor estaba parado a su lado y le dijo: «Yo soy el Señor, Dios de tu antepasado Abraham y Dios de Isaac. Le daré a tus hijos la tierra en la que ahora estás acostado. Tendrás más descendientes que partículas de polvo hay sobre la tierra. Se esparcirán por el norte, el sur, el oriente y el occidente, y todas las familias del mundo serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. Mira, estoy contigo, te protegeré dondequiera que vayas y te volveré a traer a esta tierra. No te abandonaré y cumpliré lo que te acabo de decir».
Después Jacob se despertó y dijo: «El Señor está en este lugar y no me había dado cuenta». Jacob estaba asustado y dijo: «¡Que lugar tan aterrador es este! Esta debe ser la casa de Dios y puerta del cielo”. Génesis 28: 10-17
Jacob arrebata a Dios su bendición:
"Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. Génesis 32:24-30
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