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sábado, 24 de enero de 2015

El Primer Mandamiento de la Ley de Moisés

Imagen de diseño propio
El Primer Mandamiento de Dios cuando habló a Moisés en el Monte Sinaí fue: "Amarás a Dios sobre todas las cosas".

No cabe duda de que el Primer Mandamiento es el más importante y engloba a todos los demás. Dios es celoso y está en contra de toda clase de idolatría. Esto no solo lo vemos en el Antiguo Testamento, también en el Nuevo. Lo cierto es que Dios quiere que lo adoremos solamente a él, aunque en el Nuevo Testamento Dios nos entrega a Jesucristo y a su Espíritu Santo para que a través de ellos podamos llegar al Padre, que es el mismo Dios. A esto se le llama trinidad: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La imagen que ven, claro está, es un ejemplo claro de idolatría. El Partenón de Atenas es, nada y nada menos, que un templo gigantesco para adorar a la antigua diosa griega Atenea.

El Primer Mandamiento:

"Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos".
Éxodo 20:1-6

La idolatría en el Nuevo Testamento:

"Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría...El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas...Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos...Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres". Hechos 17:16, 24-25, 28-29

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Moisés y la liberación del pueblo de Israel


 
Cuando Dios habló a Moisés en la zarza, fue con el propósito de liberar al pueblo de Israel de manos del faraón de Egipto. Al principio, Moisés no creía mucho en sí mismo porque no se sentía capacitado para hablarle al faraón, pero Dios lo eligió a él para exaltarlo. De hecho Dios usa al más vil o al menos capacitado para ponerlo en alto después. Finalmente, Moisés accedió y Dios le puso a su hermano Aarón como ayudante para tal hazaña. El objetivo del Gran Yo Soy era claro: liberar a su pueblo y mostrarle sus milagros y prodigios. La liberación de Israel tuvo precio: Dios golpeó al faraón con hasta diez plagas, pero ninguna afectó a los israelitas. De hecho, el faraón acabó echándolos del país con todas sus pertenencias, joyas, etc.

Como ven en las fotos, Dios abrió el mar Rojo. Esto representa tan solo el principio de muchas maravillas y proezas. Pero el pueblo de Israel era muy terco y duro de corazón, ya que veía los milagros y al final le podía la incredulidad.

Esta enseñanza nos muestra que Dios nos ama como a su pueblo, pero él quiere que lo obedezcamos, que pongamos nuestra fe en él y que lo adoremos solamente a él. Dios nos quiere liberar de la esclavitud del pecado y llevarnos por un camino de libertad, amor y bendición. No importa cómo ni cuándo, lo importante es que Dios estará siempre con nosotros y él se encargará de hacer lo necesario con tal de que estemos bendecidos y en tierra fértil donde fluye leche y miel.

Dios se presenta a Moisés:

"Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios". Éxodo 3:1-6

Dios manda a Moisés una misión:

"Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte". Éxodo 3:7-12

Dios abre el mar:

"Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda". Éxodo 14:21-22

"Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo". Éxodo 14:30-31

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José y el sueño del faraón


 
La historia comienza así: Jacob amaba mucho a José, de 17 años de dad, siendo el menor de sus hijos, ya que lo había tenido en su vejez. Pero sus hermanos le tuvieron envidia y lo aborrecían. Un día, José tuvo un sueño revelador: soñó que él y sus hermanos estaban atando manojos de trigo, que uno de sus manojos se levantaba y los demás manojos se inclinaban alrededor del suyo. Cuando José contó este sueño a sus hermanos, éstos le preguntaron si reinaría él sobre ellos. Pero tuvo otro sueño: soñó que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban a él. Esta vez lo contó también a su padre y éste lo reprendió y le dijo: ¿acaso tu madre, yo y tus hermanos nos postraremos ante ti?. Un día, Jacob mandó a José a vigilar a su hermanos que estaban apacentando los rebaños, pero vio que se fueron lejos y los encontró. Los hermanos odiaban a José y maquinaron matarlo. Pero Rubén, el hermano mayor, no estaba de acuerdo. Al final, le quitaron la túnica que llevaba, lo echaron a un pozo seco y lo vendieron como esclavo a unos ismaelitas que pasaron por allí. Para despistar al padre, untaron la túnica con sangre animal y le dijeron que lo atacaron las bestias salvajes y lo mataron.

Cuando José llegó a Egipto, fue vendido a Potifar, capitán de la guardia del faraón. Pero Dios estaba con José y fue varón próspero. Vivió en casa de su amo Potifar, quien se dio cuenta de que Dios estaba con él y que todo lo que tocaba, Dios lo hacía prosperar. De hecho, lo puso como mayordomo de todo lo que tenía. José fue tentado por la mujer de Potifar, pero resistió la tentación debido a que temía a Dios. No obstante, fue encarcelado porque ella lo acusó ante su marido de violación. Allí en la cárcel, el jefe lo puso al cuidado de los presos. Aquí fue cuando José interpretó los sueños del copero y panadero del faraón.

Ha habido muchas épocas de crisis en la historia. La crisis económica que vivimos en la actualidad nos recuerda a la historia de José. La Biblia menciona a José como un ejemplo de previsión y administración. José fue humillado y encarcelado para luego ser exaltado. Durante esta época José tuvo un papel relevante. Siete años de bonanza y siete años de escasez fue la interpretación del sueño del faraón egipcio que sólo José pudo interpretar. Sueño en el que aparecían siete vacas gordas, siete vacas flacas, siete espigas hermosas y siete espigas menudas.

Dios tenía un propósito con José. Primero fue esclavo en Egipto, pero Dios lo puso arriba hasta llegar a ser Gobernador, sólo por debajo del faraón. Dios le dio sabiduría para administrar los siete años de abundancia económica, mandando reservar la quinta parte de la cosecha para los siete años de escasez. José evitó que su pueblo muriera de hambre.

José sueña que reinaría sobre su familia:

“Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto”. Génesis 37:5-11

José es vendido por sus hermanos:

“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”. Génesis 37:19-28

Dios estaba con José:
 
"Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia”. Génesis 39:1-6 

José interpreta el sueño del faraón:

"Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre. Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima. Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto". Génesis 41:25-33

Consejo de Dios al faraón:
 
"Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre". Génesis 41:34-36

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Abraham, Isaac y Jacob

 
 

 
Según la Biblia, la tierra prometida o tierra de Canaán, es la tierra que Dios prometió a Abraham y a sus descendientes Isaac y Jacob. También llamada Israel, es una tierra próspera y bendecida, pero condicionada a la obediencia de los israelitas. Dios hizo un Pacto con Abraham: le prometió tierra y descendencia, a cambio de que su generación lo siguiera y estuviera siempre con él. Abraham le creyó a Dios, pero cometió errores que posteriormente traerían consecuencias graves.

Dios ordenó a Abraham salir de la tierra de su parentela para bendecirlo en otra tierra, pero se llevó consigo a su sobrino Lot. Abraham y su pueblo fueron bendecidos, pero Lot le tuvo envidia y acabó lejos de su tío en otra tierra que él mismo eligió y que más tarde iba a significar la tierra de la desgracia y el pecado (Sodoma y Gomorra). Dichas ciudades fueron destruidas por Dios debido a la perversidad y gravedad de sus pecados. Cuando Abraham envejeció, Dios le prometió un heredero (Isaac), pero su impaciencia hizo que Sara (su esposa) le recomendara acostarse con Agar, una esclava egipcia que concibió a Ismael. Como Dios predijo, Ismael y Agar fueron desterrados hacia Egipto y fueron bendecidos. Pero también Dios cumplió con Sara, engendrándole a Isaac, el heredero de Abraham.

Nos damos cuenta que cuando Abraham no cumplió al pie de la letra con las instrucciones que Dios le dio, las consecuencias fueron nefastas. Por llevarse a Lot a la tierra prometida, vino el pecado de Sodoma y Gomorra. Y por la impaciencia de Sara nació Ismael (de madre esclava), padre de los ismaelitas y de los egipcios, de los cuales el pueblo de Abraham iba a ser esclavo por 400 años.

Después Dios probó la fe de Abraham, pidiéndole a su hijo Isaac como ofrenda. Con su obediencia, Dios confirmó su fe y por eso se le conoce como “el padre de la fe”. Por fe, debemos considerarnos hijos de Abraham, ya que él fue el padre de todas las naciones de la tierra. Todos los que le creemos a Dios descendemos de Abraham y somos bendecidos gracias al Pacto que Dios hizo con él.

De Isaac nacieron Esaú y Jacob. Curiosamente, Esaú agarró del pie a Jacob antes de nacer. Por eso Jacob significa “mano en el talón” ó “suplantador”. Dios bendice al hijo primogénito (Esaú), pero éste no supo valorar su primogenitura y se la vendió a su hermano Jacob por un plato de lentejas. Cuando Isaac fue a bendecir a su hijo mayor, lo confundió con el hermano y se la dió a Jacob. Para evitar conflictos con Esaú, Isaac mandó a Jacob a casa de Labán, su tío. Por el camino, durmió sobre una piedra y soñó con una escalera que llegaba al cielo, donde estaba Dios y le decía que le iba a dar la tierra donde estaba acostado y que multiplicaría su descendencia. Aquel lugar lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”. Jacob estuvo 20 años en casa de su tío Labán, tuvo dos mujeres y fue bendecido con ganado y muchos hijos. Pero Jacob tuvo conflictos con su tío y Dios le ordenó que regresara a Canaán con su padre Isaac. Llevándose a sus mujeres, siervas, once hijos y ganado, una noche se le apareció un ángel que luchó contra él. Jacob le pidió al ángel que lo bendijera y así lo hizo. El ángel le hirió el muslo a Jacob, pero Jacob obtuvo la bendición porque conocía la promesa de Dios y sus derechos como hijo de Dios. Era el ángel de Jehová quien luchó contra Jacob. Este le cambió el nombre a Jacob y le puso Israel, que significa “el que lucha con Dios”. De Jacob nacerían las 12 tribus del futuro pueblo de Israel.

Dios habla a Abraham:

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra...Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido”. Génesis 12:1-3,7

Dios pacta con Abraham:

"Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos”. Génesis 17:1-8


Isaac: el heredero prometido a Abraham:

"Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham”. Génesis 17:15-22

Destrucción de Sodoma y Gomorra:
 
"Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno”. Génesis 19:24-28

Dios prueba la fe de Abraham:

"Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré." "Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Génesis 22:1-2,10-12

Bendición de Isaac a Jacob:

"Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren". Génesis 27:26-29

La promesa de Dios a Jacob:

"Jacob se fue de Berseba hacia Jarán. Llegó a cierto lugar y allí pasó la noche porque ya había oscurecido. Tomó una piedra de ese lugar y la puso bajo su cabeza para acostarse a dormir. En sueños vio una escalera que tenía un extremo en la tierra y el otro en el cielo, y había ángeles de Dios subiendo y bajando por ella. Vio que el Señor estaba parado a su lado y le dijo: «Yo soy el Señor, Dios de tu antepasado Abraham y Dios de Isaac. Le daré a tus hijos la tierra en la que ahora estás acostado. Tendrás más descendientes que partículas de polvo hay sobre la tierra. Se esparcirán por el norte, el sur, el oriente y el occidente, y todas las familias del mundo serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. Mira, estoy contigo, te protegeré dondequiera que vayas y te volveré a traer a esta tierra. No te abandonaré y cumpliré lo que te acabo de decir».
Después Jacob se despertó y dijo: «El Señor está en este lugar y no me había dado cuenta». Jacob estaba asustado y dijo: «¡Que lugar tan aterrador es este! Esta debe ser la casa de Dios y puerta del cielo”. Génesis 28: 10-17


Jacob arrebata a Dios su bendición:

"Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. Génesis 32:24-30

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