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Después del rey Salomón, hubo reyes que obraron mal delante del Señor y que adoraron a otros dioses ajenos, como Baal y la diosa Aserá. Pero el rey Acab fue el colmo del colmo de los reyes idólatras y desobedientes a la Palabra de Dios. Se casó con Jezabel, una mujer sidonia que adoraba y servía a Baal.
Dios habló al rey Acab por medio del profeta Elías. Este le profetizó que no llovería en los próximos años hasta que él lo ordenara. Y así fue, durante tres años y medio hubo sequía y hambre en Israel. En ese periodo de tiempo, los profetas del Señor fueron perseguidos y exterminados. Elías fue mandado por Dios a un lugar de refugio. Allí estuvo un tiempo bebiendo de un arroyo y comiendo gracias a un cuervo que le traía comida. Después lo llevó a otro lugar donde había una viuda pobre con su hijo, la cual le dio pan y agua. Elías, movido por Dios, le dijo a la viuda que mientras durara la sequía nunca se le acabaría la harina ni el aceite que tenía. Al tiempo, el hijo de la viuda enfermó y casi no respiraba, pero Elías oró a Dios y se sanó.
Después de tres años de sequía y hambre, Dios mandó a Elías a encontrarse con el rey Acab. Le pidió que trajera a los 450 profetas de Baal y los pusiera en presencia de todo Israel en un monte llamado Carmelo. El rey aceptó y cuando llegaron todos al monte Carmelo, Elías le preguntó al pueblo a qué dios quería seguir, si a Baal o al Señor. Les propuso a los profetas de Baal que invocaran a su dios y que le sacrificaran un animal como ofrenda. Él también haría lo mismo. El dios que contestara con fuego, ese sería el Dios verdadero.
Elías invitó a los 450 profetas de Baal, que eran más numerosos, a que comenzaran el sacrificio y la oración. Estuvieron desde la mañana hasta el mediodía invocando al dios Baal, pero no contestó. Después, Elías reconstruyó el altar del Señor que estaba en ruinas e hizo una zanja alrededor llena de agua. Después colocó la leña y el animal, e hizo que le echaran agua encima por tres veces. Entonces Elías invocó al Señor (vean la oración más abajo). En ese momento, cayó fuego del Señor y consumió el holocausto, el agua de la zanja, el suelo y las piedras del altar. El pueblo, al verlo, se postró y exclamó: ¡El Señor es Dios, el Dios verdadero! Elías ordenó que capturaran y ejecutaran a los profetas de Baal. Después, le dijo al rey Acab que se fuera para casa porque ya iba a volver la lluvia. Después de que Elías le pidiera siete veces al Señor que lloviera, llegó un aguacero terrible.
Sin duda, Dios estaba con Elías, él fue el único profeta del Señor que quedó vivo durante el reinado del rey Acab, mientras que Baal tenía a 450 profetas. Pero Dios no necesitaba más que a uno para demostrar su poder y grandeza. Tanto amaba Dios a Elías, que al final se lo llevó al cielo en un torbellino de fuego y nunca más se supo de él (2ª Reyes 2:11).
Todo esto nos enseña que Dios se manifiesta con poder y gloria cuando estamos con él, le obedecemos e invocamos su nombre. Él quiere enseñarnos que no hay otro Dios fuera de Él ni lo habrá jamás. Además, cuando servimos a otro dios, él muestra su ira y aplica su justicia con total soberanía. ¿Quién sabe más que Dios?
El rey Acab hace lo malo delante del Señor:
“Acab hijo de Omrí hizo lo que ofende al Señor, más que todos los reyes que lo precedieron. Como si hubiera sido poco el cometer los mismos pecados de Jeroboán hijo de Nabat, también se casó con Jezabel hija de Et Baal, rey de los sidonios, y se dedicó a servir a Baal y a adorarlo. Le erigió un altar en el templo que le había construido en Samaria y también fabricó una imagen de la diosa Aserá. En fin, hizo más para provocar la ira del Señor, Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que lo precedieron". 1ª Reyes 16:30-33
La profecía de Elías al rey Acab:
“Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: "Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene". 1ª Reyes 17:1
Dios ordena a Elías que se presente ante el rey Acab:
“Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra. Así que Elías se puso en camino para presentarse ante Acab". 1ª Reyes 18:1-2
“Cuando lo vio, le preguntó: ¿Eres tú el que le está causando problemas a Israel? No soy yo quien le está causando problemas a Israel respondió Elías. Quienes se los causan son tú y tu familia, porque han abandonado los mandamientos del Señor y se han ido tras los baales. Ahora convoca de todas partes al pueblo de Israel, para que se reúna conmigo en el monte Carmelo con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Aserá que se sientan a la mesa de Jezabel. Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas. Elías se presentó ante el pueblo y dijo: ¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él. El pueblo no dijo una sola palabra".
1ª Reyes 18:17-21
La oración de Elías:
"Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su corazón! En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó:
¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!". 1ª Reyes 18:36-39
Versión bíblica: Nueva Versión Internacional (NVI)
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