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miércoles, 11 de julio de 2018

Algunas enseñanzas de Jesús



“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 5:17-20 

Muy significativo es este pasaje bíblico, donde Jesús asegura que debemos cumplir la Ley antigua de Moisés e incluso nos exige que lleguemos aún más lejos. Este es un mensaje contundente para los que piensan que Jesús abolió la Ley. 

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio...” Mateo 5:21-22. 

Jesús compara el pecado de matar a alguien con el odio, la venganza y los insultos hacia el prójimo. Dios mira la intención del corazón de cada uno. 

“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Mateo 5:27-28 

Según Jesús, mirar a una mujer con deseo también es adulterio. 

“También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”. Mateo 5:31-32 

Jesús habla del divorcio: sólo lo justifica cuando hay fornicación por parte de alguno de los cónyuges. No lo justifica en otros casos. Debemos entendernos con nuestras parejas, ya que el matrimonio es sagrado para Dios. 

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” Mateo 5:43-47 

Los cristianos debemos dar ejemplo al mundo, haciendo el bien a todos sin excepción. No debemos tener enemigos, aunque nos hayan hecho el mal. Mía es la venganza, dice el Señor. 

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24 

Hay dos dioses: el Dios verdadero y el Dios dinero. A ambos no podemos amar, ya que son incompatibles. O mas claro aún: esta Dios y esta el Diablo, uno elige del lado de quien está. Uno puede ser bendecido para hacer el bien y darle la Gloria a Dios, o hacer el mal y dársela al diablo. Cuando amamos mas las riquezas que al dador de ellas, se nos convierte en un ídolo, incumpliendo así el Primer Mandamiento. 

“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6:31-34 

Hay que trabajar porque necesitamos, pero Dios no quiere que lo dejemos en segundo lugar, porque a Él se lo debemos todo, incluidas nuestras vidas. 

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Mateo 7:1-2 

El juzgar a los demás es uno de los pecados más comunes entre la gente, es muy difícil de evitar y es contagioso como un virus. Hay que tratar de no decir cualidades negativas de nadie. Si hablamos mal de alguien, otro hablara mal de mí. 

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Mateo 7:7-12 

Todo se mueve por fe, hay que creerle a Dios porque sin Él no podemos conseguir nuestros deseos. Si creemos solo en nuestras fuerzas, estamos limitados, pero si le creemos a Dios, no hay nada imposible. Con fe, obediencia y santidad, obtenemos nuestras metas. 

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7:13-14 

La puerta estrecha es Cristo y la ancha es la perdición o el infierno, cada uno elige. 

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7:15-20 

Hay muchas doctrinas y religiones, pero Dios solo hay uno. Jesús dijo que habrán falsos profetas que predicaran y se harán pasar por Él. Estos falsos profetas los podemos identificar por las mentiras que dicen, ya que se desvían de la Palabra de Dios. 

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Mateo 7:21-23 

Uno puede decir que ama a Dios, pero si no obedece su Palabra, Él no nos escucha ni nos concede nuestros deseos. 

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. Mateo 7:24-27 

Aquí, Jesús habla de la prudencia, uno de los requisitos que exige Dios para tener éxito en nuestra vida espiritual y material, ya que ambas van de la mano.

domingo, 25 de febrero de 2018

El Nacimiento de Jesús



“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isaías 7:14

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”. Isaías 9:6-7


El Nuevo Testamento empieza con los cuatro evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estos fueron los principales apóstoles y discípulos de Jesús. Jesús descendió de Abraham, Isaac, Jacob y David. María era la virgen mencionada por el profeta Isaías, la cual fue concebida por el Espíritu Santo. Cuando el ángel Gabriel se le apareció a José, le dijo que le pusiera por nombre "Jesús", que significa "el Señor salva". José obedeció al ángel y solo tuvo relaciones con María después de que naciera Jesús (Mateo 1:18-25).

Jesús nació en Belén, tal y como dijo el profeta Miqueas (Miqueas 2:6), hasta él vinieron a adorarlo unos reyes sabios llegados del oriente, siendo guiados por una estrella. Le trajeron oro, incienso y mirra. El oro era para reconocer que Jesús era Rey, el incienso para reconocer que era Dios y la mirra para reconocer que era Hombre, ya que se usaba para embalsamar cuerpos. Después José y María tuvieron que huir con el niño a Egipto, ya que un ángel le advirtió a José en sueños que huyera hasta allí porque el rey Herodes tenía intención de matarlo. Al morir Herodes, regresaron a Israel, a la ciudad de Nazaret (Mateo 2:1-23).

Dice la Biblia que en aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto, tal y como profetizó Isaías (Isaías 40:3). Jesús se presentó ante él para ser bautizado y el Espíritu Santo bajó del cielo y lo tomó. Se oyó una voz desde el cielo que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17).

Jesús fue tentado en el desierto por 40 días y 40 noches, pero resistió la prueba, guiado por el Espíritu Santo de Dios. Después, Jesús empieza a predicar el Evangelio del arrepentimiento "arrepiéntanse porque el reino de Dios se ha acercado" (Mateo 4:17). Se trasladó a Capernaúm, donde empezó a llamar a sus doce discípulos. Jesús les enseñó que no vino a anular la ley de Moisés, sino a cumplirla, lo cual es requisito para entrar en el reino de Dios. Además de enseñar la ley, Jesús predicó en forma de parábolas e hizo grandes milagros que sirvieron como testimonio de que él era el Hijo de Dios.

Desde el pecado de Adán y Eva, Dios ya planeó el nacimiento y muerte de Jesús. Esto era necesario para devolver al hombre la vida eterna que perdió en el jardín del Edén. Jesús iba a ser el Dios vivo que representaría al Dios del cielo. Padre, Hijo y Espíritu Santo son el mismo Dios que salva al hombre del pecado y de la muerte (1ª Juan 5:12). El que cree que Jesús es el Hijo de Dios, le cree también al Padre y al Espíritu Santo, que es la verdad. El que tiene al Hijo, tiene la vida y el que no tiene al Hijo, no tiene la vida. Por último, hay que decir que, según la Biblia, no hay fecha exacta del Nacimiento de Jesús, ni siquiera del mes.